“El poema, ese lugar donde me gusta sentir miedo solo por el placer de saber que estoy a salvo”
Conocí su poesía por casualidad mientras vagabundeaba por Instagram. Me llamaron la atención sus versos claros y decididos, con toques de esos que te hacen sonreír interiormente pensando ‘qué razón hostias…’ Como una loca busqué más información sobre ella, leí entrevistas (eso me ayuda a tener una idea más global del poeta fuera de sus versos) y finalmente me hice con uno de sus últimos poemarios ‘Que viene el Lobo‘ que ganó el premio Nicanor Parra.
Itziar Mínguez Arnáiz… ¡qué poeta y qué mujer! Así me quedé después de leer la entrevista que tuve el placer de hacerle. Para poneros en situación si no la conocéis, Itziar es una guionista y poeta vasca. En 2006 publicó su primer libro de poesía con ‘La vida me persigue’, pero me cuenta que desde que era pequeña ya escribía, incluso hacía historias para leérselas a sus amigas. Desde entonces no ha parado ¡y lo que le queda!.
Os dejo con la entrevista, si la disfrutáis una parte de lo que la he disfrutado haciéndola me daré por satisfecha 😀
1. ‘Cuando la vida te quita/ la poesía te da’. ¿Escribir para sobrevivir o vivir para escribir?
No es por no mojarme pero me quedo con ambas porque creo que son compatibles. Escribir es una forma de sobrevivir a todo este caos que nos rodea, una vez viva gracias al asidero que es la poesía, empleo esa vida, esa vitalidad para seguir escribiendo y así entro es este bucle maravilloso que me ha traído hasta aquí. La disyuntiva, en mi caso, suele presentarse de una manera más descarnada: escribir o vivir. A veces es incompatible, una cosa excluye la otra. La vida le resta tiempo a la escritura y la escritura te quita tiempo para la vida pero ambas son necesarias, lo importante es gestionar bien los tiempos.
2. ¿Con qué empieza la etapa de Itziar Mínguez como escritora? ¿Qué te hizo empezar a escribir y después publicar bajo tu nombre?
Empecé a escribir muy temprano. Primero fueron diarios que escribía con diez y once años, relatos también con esa edad. Más tarde empecé a compartir lo que escribía con mis amigas del colegio y, como les gustaba, escribía una novela por entregas que les leía a la hora del recreo. Desde entonces no dejé de escribir, casi siempre relatos. La poesía llegó más tarde, con veintidós años más o menos pero hasta los 33 no salió mi primer libro ‘La vida me persigue’ que se publicó en la editorial Renacimiento y fue Premio Surcos de poesía, en el año 2006. Esa fue mi salida al mundo como escritora.
“Escribo cuando siento que algo bulle en mí, una inquietud, un desasosiego”
3. ¿Cómo es el proceso de creación de un poemario? ¿La inspiración viene a ti o tú vas por ella?
No creo en la inspiración. No tengo método más allá de la intuición que me dice cuándo tengo que ponerme a escribir. No tengo una disciplina, únicamente escribo cuando siento que algo bulle en mí, una inquietud, un desasosiego. Ahí es cuando decido poner en orden el caos, sacarlo de dentro y transformarlo en poema. Suele haber períodos de meses en los que no escribo nada, voy tomando nota mental de lo que vivo, de lo que siento, de lo que percibo y cuando la bola crece dentro de mí, sale de forma torrencial, casi ordenada. Creo que escribo, fundamentalmente, mientras no escribo. En ese silencio, en ese “estar alerta”, se cuece todo.
4. Compaginar el trabajo de guionista con el de poesía, ¿hay un punto de unión entre ambos? ¿Se pueden nutrir el uno del otro?
La conexión es total. Siempre menciono a Michel Gaztambide que, además de ser el mejor guionista de este país, es un gran poeta y fue mi profesor de guion. Él fue la primera persona que dijo que entre el guion y la poesía hay una gran conexión. No lo entendí en su día, ahora sí. Ambos beben de la misma fuente: la imagen, el ritmo. Mi poesía se nutre de mi formación audiovisual y de mi profesión como guionista. Y viceversa.
5. Con el poemario Que Viene el Lobo ganaste el Premio Nicanor. ¿Te imaginabas de pequeña llegar a publicar y ser reconocida como poeta? He leído que de pequeña querías ser basurera… ¿Y eso?
Jamás pensé que podría publicar poesía, mucho menos ganar un premio como el Nicanor Parra, tampoco imaginaba ser guionista. Era muy pragmática, estudié Derecho, terminé la carrera, me veía como abogada no porque tuviera vocación clara, mi vocación siempre fue la escritura, pero nunca pensé que podría vivir de ello. Lo de basurera viene de ese espíritu noctámbulo que tengo y la conexión con la ciudad. Me levantaba de la cama cuando era niña en cuanto escuchaba llegar el camión de la basura. Aquellos dos hombres colgados de la puerta trasera del camión de la basura recorriendo la ciudad en plena noche, cuando todos duermen, me fascinaba, pensaba que ellos podían acceder a historias que yo, desde mi cama, no podría conocer jamás. De hecho, esa imagen, es el punto de partida de mi primer libro ‘La vida me persigue’.
“Estoy muy comprometida y reivindico más presencia es festivales, premios, jurados. Reivindico paridad, que se respete la paridad”
6. En un artículo de Luna Miguel para el día de la poesía (hace tres años), denunciaba y daba a conocer los casos de desigualdad y acoso que han sufrido y sufren las mujeres poetas a lo largo de su carrera en el mundo editorial y poético. Cómo vives el ser mujer, vasca y poeta. ¿Hay menos visibilidad para la mujer en este mundo, te has sentido alguna vez así?
Absolutamente sí. Si ser mujer, en todos los ámbitos de la vida, ya supone una desigualdad, imagínate ser mujer, poeta y además vasca que escribe en castellano. Tengo que decir que me siento afortunada porque en la poesía no he sentido esa desigualdad de forma directa, es decir, participo en festivales donde hay mucha desproporción entre invitados hombres y mujeres pero yo he estado allí, en muchos de ellos, aun siendo la proporción escandalosamente desigual.
En las antologías también existe esa desproporción pero estoy en muchas de ellas y en las editoriales también hay mucha desigualdad pero he sentido que por ser mujer no me quedaba fuera de ellas. Con los premios pasa exactamente lo mismo. Por cada mujer que lo gana lo han ganado 9 hombres antes pero a veces esa mujer he sido yo así que constato que esa desigualdad existe y peleo para que desaparezca pero no soy de las que puede quejarse porque tengo mi cuota de participación en el mundo poético y en todas sus facetas: editorial, premios, publicación, presencia en festivales. Que yo no me haya visto afectada no significa que no suceda. Sucede.
Desgraciadamente pasa y es escandaloso. Estoy muy comprometida y reivindico más presencia es festivales, premios, jurados. Reivindico paridad, que se respete la paridad.
7. Neorrabioso-Batania, también vasco, (supongo que lo conoces), en uno de sus libros dice que ‘Lo celebratorio es posible, por mucho que la alegría siga siendo el territorio menos explorado de la poesía’. ¿Cómo lo ves desde tu punto de vista de poeta? ¿Es más fácil escribir desde el dolor?
El dolor siempre te da elementos que la alegría no pone a tu disposición. Pero el dolor también es siempre consecuencia de una alegría, aunque sea perdida. Yo pienso que es una cuestión de tiempos. Cuando la alegría está ahí, la vives, sin más. Cuando la pierdes y se instala el dolor, aparece también la materia prima del poema.
“Lo que pueda quedar de este boom poético no creo que tenga mucho que ver con la poesía”
8. Se están publicando muchos libros tanto en verso, como en prosa, reflexiones… Está habiendo un especie de boom poético, ¿qué pronóstico le haces al sector de la poesía?
Todo lo que es boom es una moda, es la respuesta en forma de producto a medida de una necesidad que se genera desde el propio mercado. Lo que pueda quedar de este boom poético no creo que tenga mucho que ver con la poesía, al menos con la forma que tengo de ver la poesía y de vivirla. Ojo, no digo que sea mejor, el error de algunas personas es colocarse como poetas por encima de ese boom poético, de este momento best seller de la poesía; son cosas diferentes, simplemente eso, no me siento amenazada.
Soy consciente de que no voy a vender 40.000 libros de poesía así que me quedo mirando desde la distancia un fenómeno que me interesa como fenómeno, no como poesía. Me cuesta aceptar el torbellino mediático y la elaboración de poetas como si fueran productos de consumo cuando para mí la poesía tiene un aura más íntimo. Lo doy todo por el poema y en el poema, me desnudo, doy mi vida y la comparto. Ver al poema o al poeta como producto me choca pero no me influye ni me rasgo las vestiduras. Son distintas formas de estar en el poema, ni mejor ni peor, diferentes. Muchas veces pienso que el verdadero problema de la poesía, ese riesgo de estar siempre al borde la extinción no es por el fenómeno superventas de la poesía twittera, puede que el verdadero enemigo esté dentro.
9. Escribes poesía con un boli verde. ¿Qué tiene para ti el color de la esperanza?
Soy incapaz de echar a andar un poema si no es en times 12 o en tinta verde. Manías de poeta, como digo en uno de los poemas de QWERTY. Me gusta el verde. ¿Será por el paisaje montañoso que me ha rodeado siempre? Creo que sí.
“Hay que desnudarse completamente en el poema y que no deje de darte pudor, que siga dándote vergüenza”
10. Al escribir poesía, ¿puede uno ponerse en la piel de un personaje como se podría hacer en una novela? ¿La poesía lleva intrínseco el hecho de desnudarse completamente ante en el papel?
Me cuenta una amiga que dijo Isabel Bono en un encuentro que “si es ficción no es poesía”. Estoy de acuerdo. No significa que todo lo que hay en el poema te ha pasado pero un poema tiene que ser verdadero, contener una verdad; si es una impostura no es un poema, es otra cosa.
Tienes que ponerte en la piel de ese yo poético que a veces es yo, a veces tú, a veces nosotros y a veces ellos. Pero incluso cuando es ellos tiene que seguir siendo un yo, un yo respecto a uno mismo o respecto a todo o todos los que te rodean. Hay que desnudarse completamente en el poema y que no deje de darte pudor, que siga dándote vergüenza, como si cada vez que te desnudas fuera la primera vez porque los ojos para los que te desnudas son otros, cambian.
11. Para finalizar, si estuvieras en el mundo de Fahrenheit 451, cuando están quemando la biblioteca ¿qué libro salvarías sin dudar de la quema?
Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Aunque ahora me acuerdo de Rafael de Cózar, un escritor al que tuve la fortuna de conocer, que murió tratando de salvar su biblioteca de las llamas. Yo también intentaría llevarme un buen puñado.
Si queréis más, podéis seguir a Itziar a través de su Facebook y de su Instagram. ¿Qué preguntas le hubierais hecho vosotros? 🙂
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