10 poemas de la argentina Irene Gruss

Aunque falleció el año pasado, para mi ha nacido esta semana. Últimamente siempre me pasa lo mismo. Descubro poetas por casualidad, sin buscarlos (o eso creo), aparecen entre publicaciones de Instagram o newsletters a las que no recordaba que estaba suscrita.

Decidí empezar a indagar sobre ella después de leer uno de sus versos. Uno de esos que te hacen tener un “click” interior:

“Decidida,
tomó cada burbuja de jabón
y le puso un nombre; era
lo mejor que sabía hacer hasta ahora,
nombrar, y que las cosas
le estallaran en la mano.”

A partir de ahí ya empezó la investigación en la que me he sentido Marta la exploradora, buscando el oro, indagando más y más sobre Irene, sus versos y pensamiento. Vamos a ello.

“Hay que hablar de creación sobre todo, yo no escribo porque soy mujer únicamente”

Irene Gruss nació el 1950 en Buenos Aires. Fue poeta y maestra de poesía aunque primero empezó a estudiar Medicina, Biología y Letras pero las dejó todas a medias.

¿Te suena el Taller Mario Jorge De Lellis? Fue un literario y poético que marcó los años 70 donde se Irene se inició junto con otros poetas argentinos de su generación como Leonor García Hernando, Jorge Aulicino y  Daniel Freidemberg.

Sobre estos talleres Irene dice: “En aquellos talleres éramos pares que se juntaban a leer sus cosas, a hablar de escritura, a leer a autores viejos, nuevos, etc. No puedo hablar más que de lo que yo viví. Creo que los actuales son muy distintos entre sí: hay quien se mueve con consignas, hay talleres sólo de lecturas; hay quienes marcan con rojo o editan a piacere la obra de los participantes; y hay quien no hace eso”.

De su poesía se dice que está entre la cotidianidad, la ironía y una tremenda intimidad. Yo he encontrado un poco de todo esto además de mucho carácter.

“A esta altura, el yo pizarnikeano no me va. Lo hice y lo hago, pero me pudre. Cuando leo ‘estoy cansada, estoy triste, mi padre se murió’, me canso. Dame algo más, no me cuentes tu vida.”

10 poemas de Irene Gruss

1. Miopía

No ve
lo pequeñas que son las cosas.
Delirio de grandeza
en la mirada.

2. “Era lo que Diana más temía: que la realidad irrumpiera”.  Liliana Heker

Consecuente, ella empezó a lavar su ropa.
Puso agua en un balde
y agitó el jabón, con un sentimiento ambiguo:
era un olor nuevo y una nueva certeza
para contar al mundo.
“Mirar cómo se rompen las burbujas, dijo,
no es más extraño que mirarse a un espejo.”
Creía que hablaba para sus papeles
y se rió, mientras tocaba el agua.
La ropa se sumergía despacio, y
la frotaba despacio, a medida que
iba conociendo el juego.
Decidida,
tomó cada burbuja de jabón
y le puso un nombre; era
lo mejor que sabía hacer hasta ahora,
nombrar, y que las cosas
le estallaran en la mano.

3. Quién me quita lo bailado

Pido peras al olmo. Las saboreo:
son deliciosas.
He pedido gato por liebre;
me lo han dado.
Me han contado historias
libidinosas a medianoche;
gozaba, con cada palabra,
con cada gesto.
He amado la noche cuando amanecía,
amé la muerte, y soñé con la realidad.

4. La ficción

Creo en lo que dicen las palabras,
no en lo que son.
Por eso
me miento a mí misma.

5. XIII

Mi madre me acuna. Canta y
el aire le sale
por la boca. Inhalo
por la herida,
mi madre sabe
de estas cosas: cierra su boca,
esta forma cruel
de respirar, guardar
el alma.

6. Pavesiana

Estoy desnuda.
Quieta y desnuda.
No soy un pájaro sino
este cuerpo.
A veces la desnudez trae el pavor.
A veces el pavor no trae nada.
Yo quisiera poder caminar desnuda
y disolverme.

7. Conté…

Conté con los dedos de mi mano
las veces que tuve, no las que amé.
Las yemas de los dedos
se quedaron mirándome, las líneas
de la mano rieron (¿amé
lo que tuve? ¿Quise decir
quiero un poco
de esto o de aquello,
gané, perdí semejante
generosidad?).
Ahora que me aferro
a lo que tengo -como a un poco
de nada-,
veo líneas que una burla desecha,
y lenta, tiernamente abro
el puño, dejo caer
la arena, vuelvo a tomarla

8. Tatuaje

Enemistada con la vida
que ofrecía tanto,
vaciada,
dispuesta a reír,
a dar algo
hube de hacer las cosas
trastocando
girando un escalpelo
mojado en tinta hube
de limar
punzar
un dibujo
expresionista.
Si la espalda fuera más condescendiente,
si mi enojo con la vida
fuera más liviano… por qué hube
de elegir un estilo
tan antiguo, un dibujo
tan dolido y
raro.

9. Poema

El sol cosquillea en mi nuca.
Estoy lavando de espaldas
al sol
y de repente
sonrío
porque el sol cosquillea en mi nuca.

10. Señales

Un día
vamos a despertar
y a mirar la mañana
como algo benigno.
El sol
entrará con un calor transparente
y el desperezarnos
bajo el sol
va a ser una buena señal.

11. Mutatis Mutandi

Por favor no sufran más
me cansa,
dejen de respirar así,
como si no hubiera aire
dejen el lodo, el impermeable,
y el vocabulario,
me cansa,
la mujer
deje de tener pérdida ese chorro sufriente,
los padres dejen el oficio de morir,
el daiquiri o el arpón
en el anca, y aquel perfume matinal,
la Malasia,
y el Cristo
solo como un perro,
y al amor como
un fuego fatuo,
y a la muerte,
déjenla en paz,
me cansa,
(¿algo ha muerto en mí?:
tanto mejor).
Así que,
valerosos,
amantes,
antiguos,
huérfanos maternales que acurrucaron
al mundo
después
de la guerra,
dejen el rictus,
oigan
y despídanse, por una vez,
sin grandeza.

Antología de Irene Gruss

He encontrado un PDF con la antología personal de los poemas de Irene Gruss ¡Ueee! Aquí os lo dejo para que la disfrutéis.

↪️”Humo”, la antología personal de Irene Gruss.

 

1 Comentario

  • Victor Hugo Catalán M
    06/04/2021 at 16:10

    IRENE GRUSS, qué maravilla encontrar una poesía dulce, profunda, depurada, juguetona, sin rimbombancias. Gracias por eso. A lo mejor, supongo, no ha brillado más por el machismo reinante en la poesía.

    Responder

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